Permitidme que antes de abordar qué podemos hacer desde la escuela infantil para trabajar la educación afectivosexual defina las dos palabras que me han llevado a escribir este breve texto: afectividad y sexualidad.
La afectividad tiene que ver con una emoción preciosa que es el amor, una emoción que cuando trasladamos al plano consciente marca nuestras acciones para querer y hacernos sentir queridos, cuidados y protegidos. Podríamos decir que es la base de nuestro desarrollo como seres humanos, ya que, como animales sociales que somos, la necesitamos para convivir de forma equilibrada los unos con los otros. Cualquier niño necessita afecto para crecer y desarrollarse de forma correcta y es en estas etapas cuando es más importante velar porqué su entorno sea un entrono afectivo.
La sexualidad la podemos definir como una energía vital que nos conduce a buscar el afecto, la ternura, el placer y el contacto con los otros durante toda nuestra vida. También tiene que ver con cómo vivimos y expresamos nuestro cuerpo sexuado y en este sentido todos y todas somos únicos. El proceso de sexuación lo vamos construyendo con los años y en etapas infantiles es necesario tener un entorno que facilite este desarrollo de forma sana.
Por lo tanto, si unimos las dos palabras, par ofrecer una buena educación afectivosexual será necesario que construyamos un entorno en el cual la infancia se pueda expresar de forma emocional y sexual al mismo tiempo sin tabús, miedos, vergüenza y recriminaciones.
Entornos que favorecen el desarrollo afectivosexual
Es necesario empezar por el afecto por ellos mismos, ayudarles a conocerse y respetarse tanto física como emocionalmente. A conocer sus propios límites, a saber decir "no" o "basta" cuando una cosa les hace sentir mal, a expresarse emocionalmente de forma adecuada y respetuosa. A entrenarles en el reconocimiento de sus emociones y legitimar las de los demás, no buscando únicamente el placer propio, sinó el colectivo. Tenemos que trabajar su autonomía emocional desde la más tierna infancia, por eso es necesario trabajar aspectos como el autoconocimiento, el autoconcepto - relacionándolo con su imagen-, la autoaceptación - desde la mirada de la diferencia que nos hace únicos-, el autorespeto -la forma de la que hablamos de nosotros mismos-, en definitiva, todo para llegar a construir una buena autoestima.
Es necesario hablar del cuerpo físico de una forma natural, sin embudos, llamando a cada parte de nuestro cuerpo por su nombre y permitiendo experimentarlas desde el respeto per uno mismo y por los demás. Haciendo que sean conscientes que únicamente ellos eligen quien toca sus partes íntimas y dándoles consignas para prevenir abusos, sin que el miedo se instale relacionado con este tema.
Pero en todo este trabajo tenemos que tener en cuenta el entorno familiar y cultural de cada niño. En muchas ocasiones será contraproducente dar consignas contrarias a las que da la familia, porqué eso puede crear confusión y miedo y convertirse en un trauma que cargarán en la mochila emocional hasta edades adultas. Por lo tanto, aquí los y las maestras nos convertimos en artistas para crear entornos que faciliten este desarrollo afectivosexual sin que choque con el discurso familiar, construyendo escuela de familias para abordar el tema y hablando, si es necesario, con cada una de ellas para contrastar miradas y criterios educativos. ,
En este sentido, observar que un niño no quiere contacto físico o que evita hablar de temas de sexualidad puede ser un motivo de alerta, tanto de un discurso familiar poco facilitador, como de un sufrimiento de algún tipo de abuso.
Cómo trabajar la educación afectivosexual
- Crear en el aula y en casa, en el caso de las familias, un clima de seguridad emocional y de intimidad.
- Darles apoyo y afecto para crear vínculos afectivos firmes que les ayuden a construirse como personas con una buena autonomía emocional.
- Permitir que el niño sienta curiosidad, se explore, se observe y descubra. La sexualidad infantil no tiene nada que ver con la de los adultos, busca comprender el mundo que les rodea y se desarrolla con el contacto físico y la conexión entre el placer y la curiosidad. A través de la imitación de lo que ven en los adultos, en la televisión, en los animales, irán construyéndose y preguntándose si lo que hacen está bien o mal y es en ese momento cuando tenemos que velar por su intimidad en lugar de ponernos en alerta. Tenemos que explicarles que hay comportamientos que son propios de los adultos y que son muestras de afecto y amor.
- Y en el caso de los y las maestras, es necesario hacer un buen acompañamiento a las familias en todo este proceso, respetando su cultura y sus creencias.
Recordemos que somos muchas las personas que estamos educando y que no hemos tenido la oportunidad de tener una buena educación afectivosexual y eso, inconscientemente, lo traspasamos a nuestros hijos e hijas y a nuestro alumnado. Es necesario, pues, en primer lugar, ser conscientes, parar y preguntarse: ¿cómo he vivido mi psicosexualidad? Si la respuesta es positiva, adelante, eres un buen ejemplo para tus alumnos y para tus hijos. Si no es así, es necesario que nos reeduquemos nosotros primero y es necesario reeducar a todos los agentes implicados en el acompañamiento de los niños, porqué este precisos objetivo, la educación afectivosexual sea pronto una realidad.
Maria Navarrete Fa, educadora social y docente en el grado en Maestro de Educación Infantil de la Facultad de Ciencias Sociales de Manresa y en el CFGS de Educación Infantil del Campus Professional UManresa
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