Parece ser que el género femenino, en general, tiene un problema con la ciencia y un problema aún mayor con la ingeniería o las matemáticas, una mala relación que se inicia ya desde que somos muy pequeñas. Es difícil luchar con un entorno que tiende a diferenciar los roles de niñas y niños, incluso desde antes del nacimiento, pero es importante no dejar de actuar en lo que esté a nuestro alcance. A continuación, os hacemos seis propuestas para acercar a las niñas a la ciencia.
Hay algunas maneras de hacer que pueden ayudar a incentivar a las niñas (y a los niños) a entender el mundo en el que viven, sea cual sea su género, idioma, etnia o capacidades. Lo más importante, acercarlos a la realidad, ponerlos en contacto con la naturaleza, con la tecnología, con todo aquello que nos rodea y que, de manera natural, atrae a los seres humanos y provoca el deseo de comprender y controlar.
Salir al exterior, pasear por la montaña, el bosque, la playa, los parques... Situarse en estos espacios con respeto y sin prisa, conscientes de que cuanto más miras, más ves, y que los rastros, los restos, los agujeros, los caminos y todo lo que vemos son palabras de un lenguaje que también hay que aprender a leer para poder interpretar. Una interpretación que se puede hacer desde la imaginación científica, de la búsqueda de explicaciones plausibles, de los "quizás" razonados, donde todos tenemos algo que decir.
Estas salidas pueden hacer surgir en las niñas (y en los niños) el deseo de hacer colecciones, por supuesto desde una perspectiva respetuosa y no devastadora de la naturaleza: rocas y minerales, hojas, conchas de caracoles, semillas, cortezas... Hacer una colección conlleva planificar la preparación del material para poder conservarlo, observar los cambios que se producen en este proceso, decidir cómo ordenar las muestras, qué incluimos y qué no, hacer evidentes similitudes y diferencias entre elementos. A las colecciones naturales podemos añadir colecciones de material diverso, como tapones de botellas o botones, que nos llevarán igualmente a interesantes procesos matemáticos de ordenación y clasificación.
Todos estos materiales cercanos, fáciles de conseguir, se pueden aprovechar para poner al alcance de las niñas (de los niños quizás ya lo hacéis) pequeños retos: cajas que se abren de maneras diferentes, recipientes con tapas lo más diversas posibles (¿qué tapa con qué recipiente?), cajas clasificadoras con tornillos, tuercas y piezas que encajan para poder iniciarse en construir inventos, juegos de montar y desmontar tipo Mecano...
También debemos pensar en invitar a las niñas a "ayudar" en las pequeñas tareas domésticas que tradicionalmente se asocian a roles masculinos: cambiar una bombilla, poner aceite a una puerta que rechina, desmontar un aparato que no funciona, cambiar la pila del reloj de la cocina, pegar una pieza rota, conectar cables, limar y pintar maderas o curiosear en el interior del capó del coche...
Importante también ofrecer siempre que sea posible visiones positivas y poderosas de mujeres y niñas: elegir cuentos con protagonistas femeninas que actúen con iniciativa, sin esperar a ser salvadas por ningún "caballero"; recuperar historias de mujeres científicas que compensen la falta de reconocimiento que se ha sufrido durante tanto tiempo; hacer visibles los trabajos de las compañeras y amigas adultas, resaltando la importancia de las tareas femeninas también en entornos no domésticos; poner en valor a las expertas femeninas que podamos ver en las redes o en la televisión. En definitiva, aprovechar cualquier ocasión para resaltar las aportaciones femeninas al mundo.
No puedo cerrar esta reflexión sin recomendar llevar a las niñas (y a los niños) a visitar museos y centros de ciencia y tecnología (¡y nuestro Lab en visita familiar de fin de semana, por supuesto!) que preparen propuestas activas y estimulantes para la pequeña infancia.
Y todo esto, todas estas vivencias positivas de contacto con el mundo natural y tecnológico, deben ir acompañadas de la sensibilidad de la persona adulta ante las preguntas sorprendentes que hacen los niños, de ganas de escuchar sus originales explicaciones sobre el porqué de los fenómenos, de interés por modelar un tipo de preguntas abiertas y generadoras de ideas en lugar de centrarse en recordar la respuesta correcta. Una manera de hacer de las personas adultas que cuenta con las niñas (tanto como con los niños) para compartir todo aquello que nos maravilla y nos hace disfrutar.
Montserrat Pedreira Álvarez, directora del Grado en Maestra de Educación Infantil de la Facultad de Ciencias Sociales de Manresa
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