Hoy en día, la neurociencia ya no puede ocuparse del cerebro considerando sólo la perspectiva de la neurobiología, que se interesa de niveles más estructurales del sistema nervioso (nivel celular y molecular). Con la entrada, a mediados del siglo XX, de las ciencias cognitivas en el panorama de las ciencias se considera que el sistema nervioso debe ser estudiado en relación con la mente y el comportamiento. Así, disciplinas como la psicología, la neuropsicología, la lingüística, la filosofía, la física o la inteligencia artificial pueden aportar información valiosa acerca del funcionamiento y organización del cerebro-mente. ¿Y cuáles serían las consecuencias de este cambio? En esta entrada intentaremos abordar la cuestión del tratamiento fisioterápico del paciente neurológico desde el punto de vista de la teoría neurocognitiva.
Actualmente no será suficiente hablar de neurociencia, sino que deberíamos hablar de neurociencia cognitiva, entendida como el estudio del sistema nervioso desde un punto de vista multidisciplinar. Eso significa dar respuesta a preguntas del tipo: ¿cómo nos movemos?, ¿qué intención tenemos? ¿cómo percibimos?, ¿cómo pensamos?, ¿cómo imaginamos?. Es decir, cómo interactuamos con el mundo para darle un sentido.
Retomando la historia, la rehabilitación de principios del siglo XX, de acuerdo con el paradigma conductista que prima el estímulo ambiental excluyendo la investigación de cualquier proceso intermedio entre éste y la respuesta, consideraba el movimiento como una respuesta refleja a un estímulo e interpretaba la patología como una alteración de la actividad refleja. En el ámbito multidisciplinar, desde la psicología a la lingüística, la segunda mitad del siglo XX ofrece un panorama distinto. Por una parte, en la URSS, Alexander Romanovich Luria, como otros científicos de la época, empieza a ocuparse de los procesos corticales superiores. Mientras en la Unión Soviética se habla de sistemas funcionales (Anojin, Luria), paralelamente en Europa se publica “La teoría general de sistemas” del austríaco Ludwig van Bettanffly y, unas décadas más tarde, hacia los años 80, el mundo científico habla de autoorganización de los seres vivos. Los biólogos Humberto Maturana y Francisco Varela dedican sus esfuerzos en establecer la diferencia entre seres vivos y los que no lo son y llegan a la conclusión que los seres vivos se caracterizan por la capacidad de conocer. En la década de los 90, apareció el descubrimiento de las neuronas espejo, por parte del grupo de investigadores liderados por Giacomo Rizzolatti, el cual permite entender cada vez más qué es lo que sucede en el cerebro también de los otros.
El Sistema Nervioso Central (SNC) y el comportamiento del hombre se interpretan a la luz de estos nuevos conocimientos, y todos aquellos procesos que el conductismo y la fisiología de los reflejos excluían ahora pueden y deben ser investigados. Por lo tanto, aquellos procesos no directamente observables, como la actividad mental, inician a cobrar importancia y a partir de aquí podemos poner fecha al nacimiento de la ciencia cognitiva (años 50 siglo XX). Desde los años 70, adecuándose al saber científico de la época, el neurólogo italiano Carlo Perfetti se interesó especialmente por estos procesos relacionándolos con la recuperación del déficit sensitivomotor en el/la paciente hemipléjico/a (1970, Italia) y desarrollando progresivamente una nueva visión en rehabilitación llamada teoría neurocognitiva.
La teoría neurocognitiva toma en consideración la aportación de la neurociencia cognitiva al estudio de los procesos que conducen al conocimiento, entendido como capacidad de dar sentido al mundo a través de la fragmentación del cuerpo. Se entiende como fragmentación la capacidad de dirigir los diferentes segmentos del cuerpo en distintas direcciones a través de las articulaciones. Los procesos cognoscitivos como la memoria, la atención, la percepción, el lenguaje o la imagen se consideran importantes para la recuperación física del/la paciente.
Principios básicos de la teoría neurocognitiva
La teoría neurocognitiva sostiene que la entidad y la calidad de la recuperación dependen del tipo de procesos cognitivos activados y de la modalidad de activación. La hipótesis que fundamenta la teoría neurocognitiva es que mediante la activación de estos procesos, básicos para permitir al hombre una interacción significativa con el mundo, se alcancen modificaciones en el SNC y en el comportamiento del paciente. El movimiento ya no se considera una respuesta refleja a un estímulo, sino un medio para conocer; la rehabilitación se concibe como un aprendizaje en condición patológica y el cuerpo se contempla como una superficie receptora capaz de fragmentarse.
Estos son los tres principios básicos de la teoría neurocognitiva y a su vez, acarrean importantes consecuencias para la rehabilitación de la persona con afectación neurológica; los ejercicios y toda la conducta terapéutica deberán ser consecuentes a estos principios. Por ejemplo, se considera que para recuperar el movimiento no debemos pedir al/la paciente hemipléjico/a que se mueva, sino que piense, que reconozca, que perciba, que imagine. ¿De qué forma se consigue? Debemos crear, con los ejercicios, situaciones programadas de reconocimiento en las cuales el/la paciente active aquellos procesos corticales que espontáneamente no podría activar a causa de la lesión. Es decir, en el caso de un ejercicio táctil, se propone al paciente, con los ojos cerrados, que discrimine qué textura nota y si es la misma debajo de ambas manos.
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Cambios en el procesamiento nervioso
El intento de reconocimiento obligará a una nueva organización del sistema-hombre que podrá ser comprobada objetivamente a través de la observación de la acción que realiza actualmente en su día a día, en este caso de una acción que involucra la/s mano/s del/la paciente y por la cual se está trabajando. El movimiento (por ejemplo, de la mano) es un modo que tiene el/la paciente para conocer (le permite discriminar la textura), para interactuar con el ambiente/objetos (las texturas en sí colocadas delante suyo) a través de la fragmentación del cuerpo (los dedos exploran y se mueven de forma independiente uno del otro). Se considera el ejercicio como un problema cuyo intento de solución obliga a un cambio de procesamiento nervioso, a una activación de nuevas áreas del cerebro y por fin al control de los elementos patológicos característicos de la patología.
En la última década, para superar las dificultades observadas en los/las pacientes en su capacidad para ser autónomos/as en casa, o en un ambiente lejos de su terapeuta, se avanzó otra hipótesis que ha aportado un cambio importante en la forma de desarrollar todo el razonamiento clínico desde la óptica neurocognitiva. La hipótesis es que la búsqueda de las diferencias y de las semejanzas, a través de la comparación, es lo que provoca la modificación de la organización del sistema. Se utiliza un instrumento nuevo, la Comparación entre Acciones, desde la fase inicial de la observación, pasando por el ejercicio (donde se busca utilizar una imagen prelesional que el/la paciente realizara correctamente antes de la lesión) y en la valoración final del ejercicio (momento en el cual se deben buscar las diferencias y semejanzas entre el ejercicio y la acción prelesional para integrarlas y modificar la acción actual patológica).
El pensar, proyectar, sentir… no debe ser exclusivo del/la paciente, sino que el mismo terapeuta debe estar siempre modificándose y atento/a a aquello que observa y a aquello que explica el/la paciente, no siendo válidos los protocolos estandarizados de tratamiento. De hecho, la teoría neurocognitiva ha ido adecuándose en las últimas décadas a los conocimientos en neurociencia cognitiva, permitiendo una definición más precisa de la patología (específico motor y perfil), individualizando instrumentos peculiares de trabajo (problema, hipótesis perceptiva, control, imagen motora, comparación entre acciones) y generando ejercicios consecuentes a la teoría y a su propia evolución.
Laia Sallés, coordinadora y profesora de los estudios de Fisioteràpia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UVic-UCC y Roberta Ghedina, exdocente de los estudios*
* Esta entrada es una revisión de una entrada anterior publicada en el año 2012 elaborada por las dos docentes de los estudios de Fisioterapia de la Escuela Universitària de Ciencias de la Salud de Manresa
Bibliografía
- Argüelles V, Cracchiolo M, De Patre D, Ferrer Davesa M, Nani C, Rigoni M, et al. La Teoria Neurocognitiva secondo il Confronto tra Azioni (Vol 1). Padova: Piccin Nuova Libraria; 2021.
- Maturana H, Varela F. De máquinas a seres vivos. Autopoiesis: la organización de lo vivo. 5ª ed. Santiago de Chile: Editorial Universitaria; 2006. Disponible en: https://antropologiafractal.files.wordpress.com/2015/08/de-mc3a1quinas-y-seres-vivos-autopoiesis-la-organizacic3b3n-de-lo-vivo.pdf
- Rizzolatti G, Sinigaglia C. Las neuronas espejo. Los mecanismos de la empatía emocional. Barcelona: Paidós Ibérica; 2006.
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