La Escuela de Postgrado de Empresa de UManresa formó el curso pasado a cerca de 600 personas, la mitad de las cuales participaron en formaciones in-company que permiten centrarse en las necesidades concretas de cada empresa. Es lo que el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de UManresa y director de los estudios de empresa, Marc Bernadich, define como “alta costura educativa a medida para empresas”. Una alta costura que tiene como principal objetivo ayudar al tejido empresarial a adaptarse continuamente al cambio e integrarlo como una constante en su día a día. De las necesidades formativas de las empresas en un momento como el actual y de la respuesta que ofrece la Escuela de Postgrado hablamos en esta entrevista con Marc Bernadich.
¿Cuáles son los retos y las necesidades de las empresas a nivel formativo?
En estos momentos, todas las empresas, independientemente del sector, comparten características que indican que estamos en un momento de cambio. En primer lugar, están ante una transformación muy drástica del entorno. En UManresa siempre decimos que el cambio es la única constante que tenemos. Por lo tanto, si el cambio es una constante, debemos tratarlo como tal, y no como una variable. Esto significa que las empresas deben pasar de ser reactivas al cambio, de recibir un input y reaccionar a él, a ser un engranaje en el que el cambio conviva en su interior.
Esta visión nos lleva a pensar en nuevas estrategias de formación. Por un lado, tenemos la necesidad imperiosa de ser perceptivos al entorno, constantemente. Esta percepción del entorno significa que la empresa debe desarrollar todo tipo de actividades que permitan que este cambio constante entre de forma natural, algo que es muy difícil. Por eso, este es el primer reto que tenemos como formadores: acompañar a las empresas a desarrollar estrategias y técnicas de permeabilidad al cambio. Esto significa que deben desarrollar una serie de resortes, y desde UManresa podemos ayudar a las empresas a estudiar cómo están captando esta información externa.
¿Y después de la identificación?
Este es el segundo reto. Una vez tenemos esta información externa y el cambio bien identificado, debemos conseguir que se transforme en acciones, que pase a ser parte y motor de transformación dentro de la empresa. Hay que planear, planificar y pensar en acciones que puedan hacer crecer el valor de la organización. Para nosotros, como Universidad y como formadores, también representa un reto, porque debemos desarrollar acciones formativas e intervenciones para ayudarles a traducir este cambio externo y digerirlo internamente.
¿Cómo se concreta esto?
Lo que hacemos es aplicar la teoría de las capacidades dinámicas, una teoría que proviene de la Universidad de Berkeley, concretamente de David Teece, que dice que la empresa moderna, que debe convivir con esta constante de cambios, debe realizar un buen sensing, un buen seizing y un buen transforming. El sensing es la sensibilidad hacia el entorno, lo que nos ayuda a detectar el cambio. Cuando nos referimos al seizing, hablamos de saber actuar y aprovechar la información que hemos detectado para que ocurran cosas en la empresa. Finalmente, cuando hablamos de transforming, hablamos de transformar la empresa constantemente, de forma que el cambio se quede y sea una herramienta más de transformación en las empresas.
Entonces, ¿qué características debe tener la formación para adaptarse a esta realidad cambiante?
Tenemos dos capas de formación. Hasta ahora, básicamente, se ofrecía formación de postgrado, máster e in-company centrada en áreas funcionales de la empresa, como pueden ser el marketing, las ventas, las operaciones o las finanzas, entre otras. Esta formación, que se dirige a zonas tácticas de gestión de la empresa, debe continuar, pero debemos añadir una segunda capa, la que prepara a las personas que trabajan y dirigen las empresas para ser sensibles a los cambios, aprovechar esta información y usarla para la transformación. En esta segunda capa ya no hablamos de marketing, finanzas u operaciones, sino de cuestiones que están en el alma de la empresa, en su estrategia más íntima. Aquí hablamos de técnicas o estrategias de captación de información de clientes, mercados, tecnologías, tendencias... La Escuela de Postgrado puede proveer a las empresas de esta información y formarlas en técnicas que las ayuden a ser autónomas en esta toma de decisiones.
En segundo lugar, para la fase de seizing, podemos centrar la formación en técnicas, por ejemplo, de desarrollo de modelo de negocio, de creación de redes, de marca, de estructura... Son aspectos que no son operativos, son cuestiones más esenciales, que forman parte del núcleo de la empresa.
Finalmente, para la fase de transforming, ofrecemos programas de project management, porque cualquier cambio requiere de técnicas de gestión del cambio.
En definitiva, convivirán las formaciones funcionales con aquellas que son de carácter estratégico y del núcleo de la empresa u organización. En UManresa podemos ayudarles a realizar un diagnóstico de qué elementos de transformación deben trabajar y preparar una microformación que se ajuste a ello. Hacemos alta costura educativa a medida.
Recogiendo todo esto, habéis desarrollado el programa ACDC. ¿En qué consiste?
ACDC son las siglas de acreditación y certificación del desarrollo competencial. Es un programa pensado para capacitar a las personas que forman parte de los equipos de empresas y organizaciones. Si hasta ahora hablábamos del área de juego, cuando hablamos del ACDC nos referimos a los equipos y a cómo podemos transformarlos para que sean más potentes a la hora de trabajar con el cambio. De esto, Teece hablaba como microfundaciones. Una microfundación es un espacio/tiempo/persona o equipo donde ocurren cosas que generan el cambio en la empresa y la enriquecen. En este sentido, la formación en la que trabajamos es aquella que permite capacitar a los equipos dentro de las empresas para que generen el cambio
¿Qué puede aportar UManresa a esta nueva necesidad formativa de las empresas?
Nuestra Universidad tiene más de 25 años de trayectoria y experiencia acumulada. Esta experiencia formativa sumada a la estrechísima relación que tenemos con las empresas nos hace muy sensibles a sus necesidades. Esto nos ha permitido darnos cuenta de que, a la formación operativa y de gestión que ya estábamos ofreciendo, había que añadir una formación específica para dar respuesta a este momento de cambio tan brusco en el que nos encontramos. Nuestro objetivo es ayudar a las empresas a adaptarse a ello. Por eso, partiendo de modelos teóricos, hemos definido este modelo formativo propio que ya hemos llevado a la práctica y que está dando muy buenos resultados. Al final, todo lo que hacemos habla de futuro. Nos hemos especializado en el futuro, que es lo que más preocupa a las empresas: el mañana. Desde la Universidad podemos alimentar con ideas, conceptos e informaciones nuevas sobre el futuro, algo relevante para las empresas. El modelo que hemos creado no es más que intentar prever lo que viene en el futuro.
Se trata de ayudarles a tener en el radar la mayoría de temas que pueden afectarles en los próximos meses, porque el cambio es tan rápido que ya no podemos hablar de años.
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