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Liliana Arroyo: "Debemos forjar nuevos roles y nuevas profesiones, personas que puedan encabezar la transformación digital"

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liliana arroyo
21/05/2024

Liliana Arroyo Moliner, directora general de Sociedad Digital, participó a UManresa en una jornada organizada por los estudios de Grado en Gestión de la Sociedad Digital de la Facultad de Ciencias Sociales de Manresa para reflexionar sobre los derechos digitales, la autonomía digital a lo largo de la vida y la brecha digital. Socióloga de formación, Arroyo es especialista en Innovación Social Digital. Hemos aprovechado su participación en la jornada por habla con ella sobro la transformación digital y los nuevos roles profesionales que requiere esta transición en todos los ámbitos de la sociedad.

¿Cuáles son los principales retos que plantea la digitalización?

El principal reto de la digitalización es la velocidad del cambio. Esto genera desigualdades en términos de quien está al frente de esa innovación, de esa transición digital, de quien está pilotando y tomando las decisiones, de quien está diseñando la sociedad del mañana... Por otra parte, hay quien genera la novedad y hay quien la adopta y también quien no la adopta porque no puede, porque no llega o porque no la entiende y es aquí donde empiezan las diferentes situaciones de brecha. Esto sucede tanto a título individual, pero también colectivo. Siempre es importante tener presente que todo lo que tiene que ver con la transición digital va de personas y va de la capacidad de saber hacerse las preguntas adecuadas. En términos económicos, por ejemplo, estamos viendo que los modelos de negocio más imperantes en esta transición están generando serios problemas. Todo lo que tiene que ver con explotar la economía de la atención, la economía digital basada en los datos, está generando muchas tensiones a nivel social, pero también a nivel colectivo, de cohesión social, como son la desinformación o la polarización. Hay muchas implicaciones que van más allá de las herramientas. Por tanto, con la transición digital es importante que volvamos a poner a las personas en el centro y nos preguntamos en qué sociedad queremos vivir. Y poner todas estas herramientas al servicio de ese horizonte que queremos construir.

¿Cómo podemos conseguir que la sociedad atrape la velocidad de cambio que comporta la innovación en el ámbito digital?

Pasan tantas cosas cada día, nos llegan tantas innovaciones y de complejidades tan diferentes... No todo el mundo tiene la misma capacidad de interactuar con el ChatGPT, por ejemplo, o la capacidad de entender cuál es la implicación de la computación cuántica. Hay muchísimas tecnologías avanzadas como la IA, la cuántica, el blockchain, la búsqueda espacial, que conllevan cambios muy disruptivos. Las diferentes tecnologías convergen cada vez más entre ellas y es imposible estar al día. Hay un tema de ritmos y lo necesario son nuevos roles y perfiles profesionales que nos acompañen en esta transición. No podemos aspirar, ni tampoco es justo esperar a que la ciudadanía esté informada de todo. Debemos definir diferentes roles y mecanismos de salvaguardia. Por ejemplo, en el campo de la IA existe una regulación europea, hay instituciones de investigación e instituciones privadas que están desarrollando soluciones basadas en IA, pero también tenemos comités éticos que nos ayudan a situar esta innovación. Es un momento muy interesante en el que necesitamos encontrar un equilibrio entre la innovación sin permiso o la parálisis por regulación. Debemos garantizar la capacidad crítica y hacerse preguntas de la ciudadanía y después definir roles específicos y tener personas tomando decisiones que sí saben cuáles son las implicaciones de la transición digital.

¿La transición digital debe ir acompañada de educación en este ámbito?

La capacitación es clave y fundamental porque tiene mucho que ver con la inclusión, no sólo con la inclusión digital. La brecha de acceso, por suerte, es muy pequeña en Cataluña. El principal problema es la brecha de conocimiento y el conocimiento sólo se adquiere con educación, capacitación y enseñanza a lo largo de su vida. Necesitamos garantizar que las personas tienen autonomía digital y que pueden funcionar en este entorno digital y esto pasa por la capacitación, pero a veces para montar unas estructuras que puedan acompañar a aquellas personas que lo necesitan. La autonomía digital no es sólo que puedas hacerlo tú solo, sino que tengas donde ir a preguntar. En el caso de una pequeña empresa que no sea del sector tecnológico o digital, por ejemplo, deben poder contar con alguien que les acompañe en esta transición digital, bien sea con una formación o una consultoría. Es evidente que alguien debe formarse para poder hacer este acompañamiento. Si queremos instalar esta capa de autonomía digital, de pensamiento crítico digital, es evidente que debemos ir a las aulas. Debemos ir a las aulas de primaria, porque si empezamos en secundaria ya vamos tarde. Incluso en términos de fomentar vocaciones científicas y tecnológicas, por ejemplo, existe evidencia de que se forjan antes, hacia los 8 años. También es muy importante que podamos acompañar a las familias en la crianza digital desde los 0 años. Esto no significa poner pantallas en los cochecitos de las criaturas, sino saber cuándo debemos ponerlas y por qué.

¿Se necesitan perfiles profesionales preparados en empresas y organizaciones que acompañen este proceso?

Estamos en un momento en el que necesitamos forjar nuevos roles y nuevas profesiones. La persona que quiera liderar la transformación digital de una organización necesita básicamente tres cosas. Una es la comprensión del fenómeno digital, no necesariamente debe ser ingeniera, puede venir de las ciencias sociales, pero debe entender los impactos de la tecnología y las profundas transformaciones que genera. La segunda es una capacidad de mirar al mundo, de cuáles son las tendencias, debe tener capacidad de análisis prospectivo, cierta capacidad de aplicar la mentalidad de crecimiento en entornos complejos, abandonando las miradas de la sociedad del riesgo que nos han acompañado hasta ahora para entrar en la sociedad de la incertidumbre. Y existe una tercera cuestión clave que es la capacidad de aprender a desaprender. Sumergirse en la transformación digital implica una serie de cambios que sacuden de una forma muy profunda creencias, instituciones, formas de hacer, qué entendemos por cuestiones como el poder, la democracia, la verdad... Debe ser alguien con la capacidad de aprender o desaprender. Son perfiles que deben ser muy dinámicos, muy diversos y, además, que deben entenderse muy bien con la interdisciplinariedad. Necesitamos personas que hagan de puente entre distintos lenguajes, entre distintas generaciones y entre diferentes momentos y estadios de la transición digital.

¿La de gestor de la Sociedad Digital será una nueva profesión?

Sí, un nuevo rol, una nueva profesión muy necesaria. Así como tenemos gestores y gestoras que nos ayudan a hacer la declaración de la renta, en la transición digital, necesitaremos lo que en Bruselas llaman los “digital buddies”: necesitarás siempre, en algún momento, alguien a quien poder llamar porque tiene ayude y te ponga luz en todo lo que tiene que ver con la transformación digital. Éste es el nuevo rol que necesitamos.

¿El grado en Gestión de la Sociedad Digital de UManresa ayudará a formar estos perfiles?

Creo que una de las ventajas de este grado es que es pionero, porque es lo único que incorpora todas las miradas y visiones, con esta voluntad de reunir a personas con capacidad de decisión y de influencia. Otra de sus virtudes es la combinación de miradas y poder forjar personas que están dispuestas a hacerse preguntas. Es fantástico que se vincule con el ámbito de las organizaciones y las empresas, porque por algún sitio debemos empezar. Es el camino que debemos abrir ahora.

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