La modernidad europea es fruto de una historia, un desarrollo y una revolución económica, política y tecnológica que se convirtió en potencia militar, que puso sus pensamientos y su razón al resto del mundo. Actualmente nos encontramos en un proceso que se encamina hacia una postmodernidad, porqué estamos cuestionando la razón universal, cuestionamos el libre mercado y cuestionamos la modernidad.
Los pensadores de la Ilustración, como Thomas Jefferson, Tom Paine, John Stuart Mill o Karl Marx, nunca dudaron que el futuro de las naciones del mudo consistia en aceptar alguna versión de las instituciones y los valores occidentales. La diversidad cultural no era una característica permanente de la vida humana, sinó una etapa del camino hacia la civilización universal. Todo estos pensadores advocaron por crear una única civilización mundial en la cual las diferents tradiciones y culturas del pasado fueran superadas por una comunidad nueva y universal basada en la razón.
La razón universal de Kant era perfecta para los intervencionistas, pero no para los intervenidos, porqué era única, universal e incuestionable. La idea de un mercado global, igual que el de la razón universal o de la democracia global, se basa en el supuesto que la modernización moral, económica y política significan lo mismo en todo el mundo. La democracia ha experimentado un proceso similar, un proceso que llamamos McDonalización, es decir, el proceso a través del cual los principios que rigen el funcionamiento de los restaurantes de comida rápida han ido dominando un número cada vez más amplio de aspectos de la sociedad occidental, así como del resto del mundo.
La democracia ha tenido la misma hoja de ruta, se ha ido ampliando y extendiendo por todo el mundo con los mismos parámetros, sin tener en cuenta, muchas veces, las características del modus vivendi, la diversidad cultural de la zona donde se ha implantado, lo que llamaríamos en profundidad. La McDonalización de la democracia tiene un papel muy importante en la difusión del sistema político. El hecho de que la democracia en su esplendor tuvo grandes beneficios para determinades sociedades provocó que otras sociedades quisieran emularlas. Por eso, el número de democracias incrementa, especialmente a partir de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Esta McDonalización de la democracia ha ido ampliando las alternativas disponibles de los ciudadanos para elegir a sus representantes, incluso poder determinar el tipo de acción política que se tenía que desarrollar en determinados casos, a partir de una democracia participativa.
La McDonalización de la democracia no se produjo en un contexto de vacío histórico. Contó con importantes precursores como Rousseau, Montesquieu, Lincoln o Churchill. Estos precursores fueron los que proporcionaron los principios de igualdad, división de poder o sufragio universal, sobre los cuales se han levantado democracias en todo el mundo. De hecho, este fenómeno contemporáneo no es otra cosa que un derivado de la teoría weberiana de la racionalización. La democracia se ha convertido en un fenómeno casi global, aunque muchas naciones han desarrollado sus propias variaciones del sistema.
Actualmente la democracia está viviendo dos efectos contrapuestos. Mientras en una parte del planeta va creciendo y consolidándose, como en el sur este asiático, hay puntos del planeta en los cuales la democracia se está hundiendo como resultado de los populismos. De aquí se puede deducir que su implantación no ha sido la más adecuada, cuando vemos que la democracia está fallando.
Esta imagen nos da a entender que, con asiduidad, se confunde extensión con profundidad. Cuando hablamos de extensión nos referimos a cuantos países han copiado un modelo de organización política. El intento de copiar un sistema que ayudó a paises como Francia o Gran Bretaña a desarrollarse ha sido la tónica constante por parte de estos paises que, en su día, fueron colonia o estuvieron sujetos a tratados que podemos considerar desiguales por parte de las grandes potencias hacia ellos. Si observamos su extensión, en relación con el espacio que han conquistado en los últimos tiempos, a primera vista, la democracia ha puesto fin a numerosas dictaduras, regímenes autoritarios, tiranías y totalitarismos, aunque en ciertos despotismos tradicionales persisten casi sin cambios en Oriente Medio.
Los procesos de modernización, globalización y democratización en diversas sociedades donde la democracia no existe o no se han arraigado por los factores culturales ha llevado ha una desilusión enorme, porqué la mayoría de los cambios institucionales, los esfuerzos de ingeniería política, las reformas electorales, la renovación del poder judicial y legislativo, hasta la reducción del aparato burocrático ha modificado el "país legal", pero no ha dejado evolucionar "el país real" de la respectiva sociedad, es decir, no ha arraigado (profundizado). La McDonalización de la sociedad no sirve igual para todo el mundo.
Marc Selgas i Cors, doctor en Estudios Interculturales, coordinador dels CFGS de Empresa y profesor de ADE del Campus Manresa de la UVIC-UCC
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