Taylor Swift se ha convertido en mucho más que una estrella de la música: es un fenómeno cultural y una voz influyente en la sociedad contemporánea. Con más de 284 millones de seguidores en Instagram, por encima de artistas como Ed Sheeran (115 millones), y 121 millones de oyentes mensuales en Spotify, su impacto trasciende el ámbito musical.
Una de las claves de su éxito es la autenticidad de sus letras, que abordan temas como el amor, el desamor y experiencias personales, lo que facilita una conexión emocional con sus seguidores. Además, Swift no ha dudado en involucrarse en cuestiones políticas y sociales, utilizando su plataforma de influencia de manera consciente y coherente, sin adoptar posturas demagógicas. Esto ha reforzado su credibilidad, especialmente en la defensa de causas progresistas como la sostenibilidad, la igualdad racial, los derechos de la comunidad LGBTQ+, el derecho al aborto y la protección de los derechos de los inmigrantes.
A pesar de su apoyo explícito a causas progresistas, cabe destacar que su público es diverso. Según estudios, el 55% de sus seguidores se declara demócrata, lo que significa que una parte significativa de su público se encuentra en el espectro conservador o más tradicional. Esta transversalidad se debe, en parte, a su trayectoria musical, que comenzó en el country, un género arraigado en la América más conservadora, y que posteriormente evolucionó hacia un estilo más pop y global.
Además, su relación con la superestrella del fútbol americano Travis Kelce ha reforzado su presencia entre el público más conservador, dado que la NFL está profundamente arraigada en la cultura tradicional estadounidense. Esto no ha pasado desapercibido para algunos medios conservadores, que han llegado a especular que esta relación podría ser parte de una estrategia para atraer votantes conservadores hacia el Partido Demócrata.
Movilización política y preocupación entre los conservadores
El poder de influencia política de Swift ya se demostró en las elecciones de 2020, cuando expresó su apoyo a Joe Biden en su lucha contra Donald Trump. Desde entonces, su capacidad de influir no ha hecho más que crecer. En 2023, una encuesta reveló que una parte significativa de los estadounidenses estaría más dispuesta a votar si Taylor Swift o su pareja les invitaran a hacerlo. Esta capacidad de movilizar votantes, especialmente entre el público joven, se ha hecho evidente recientemente, cuando un simple tuit de la cantante generó 35.000 nuevos registros electorales en un solo día.
Esta influencia preocupa especialmente a los sectores conservadores, que ven cómo Swift podría tener un papel decisivo en los llamados swing states —los estados pendulares, donde una pequeña diferencia de votos puede determinar el resultado de las elecciones. Estados como Michigan, Arizona o Georgia, donde Biden ganó por márgenes muy ajustados en 2020, son clave para las próximas elecciones, y el apoyo de Swift a los demócratas podría inclinar la balanza a favor de estos.
No es de extrañar, pues, que hayan surgido intentos de desacreditar su imagen. Algunos sectores conservadores han difundido deep fakes con contenido inapropiado para minar su credibilidad, e incluso Donald Trump la ha acusado de formar parte de una conspiración del deep state para mantenerlo fuera del poder. Estos ataques reflejan el temor que genera su poder de influencia en el panorama político estadounidense.
Una figura clave en el panorama político actual
En definitiva, Taylor Swift no es solo un icono musical; se ha convertido en una figura clave en la política actual, con la capacidad de movilizar votantes de todas las ideologías. Su credibilidad y su compromiso social la sitúan como una pieza fundamental en las próximas elecciones estadounidenses.
Francesc Rufas Gregori, docente del grado en ADE de la Facultad de Ciencias Sociales de Manresa
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